Homilías de cuatro minutos

10 Domingo B Los parientes de Jesús

June 04, 2024 Joseph Pich
10 Domingo B Los parientes de Jesús
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Homilías de cuatro minutos
10 Domingo B Los parientes de Jesús
Jun 04, 2024
Joseph Pich

Los parientes de Jesús

            Fue difícil para los parientes de Jesús entender lo que le había ocurrido. Durante treinta años había sido el hijo del carpintero, buen trabajador, un poco introvertido, quizás tímido, que nunca se casó, y que le gustaba retirarse a rezar en lugares solitarios. De repente comenzó su vida pública, predicando el evangelio, haciendo milagros, rodeándose de doce hombres llamados apóstoles, y yendo de aquí para allá por pueblos y ciudades, con multitudes siguiéndole. ¿Por qué no había mostrado sus talentos anteriormente? ¿Por qué no los había utilizado antes con sus familiares y amigos? Pensaron que o, se había vuelto loco, perdida su cabeza, o, que un espíritu maligno lo poseía.

            Nos pasa a nosotros cuando nos tomamos en serio nuestra fe, cuando hemos sufrido una conversión, o cuando hemos descubierto lo que Dios quiere de nosotros. Nuestra vida toma un nuevo curso; es como una estrella que se ha encendido o vemos las cosas con ojos diferentes. La gente que nos rodea, que no ha visto nuestra nueva luz, se quedan atrás y no entienden nuestra reacción. Piensan que nos hemos convertido en unos fanáticos, exaltados o un poco raritos. Intentan ayudarnos, que volvamos a lo que éramos o bajarnos a la realidad cotidiana. Pero sabemos donde están, pues habíamos estado allí antes. Y sabemos que no pueden ver lo que vemos, que no están preparados para experimentar lo que nos sucede. No queremos cambiar y nos gustaría que vieran lo que vemos nosotros. Si intentamos empujarles hacia nuestra fe, conseguimos el resultado opuesto. Todo lo que podemos hacer es darles buen ejemplo, mostrarles la fuerza de nuestra fe, la promesa de nuestra esperanza y el calor de la caridad.

            Los parientes de Jesús pensaron que se había vuelto loco y tenían razón. Estaba loco por nosotros. Nos emociona ver lo que hizo Jesús, dando su vida por amor a nosotros. Muchos santos, siguiendo el ejemplo de Cristo, han sido tomados por locos, porque estaban locos de amor por él. El cura de Ars solía decir que, para ser santo, hay que estar loco. Para seguir a Jesús hay que perder un poco la cabeza. A san Francisco le llamaban el loco de Asís. El amor puede hacer cosas que parecen locuras. Es asombroso lo que han hecho los santos por Dios.

            La otra acusación contra Jesús fue que estaba poseído por el demonio. Jesús se defiende con una lógica muy simple: si uno expulsa al diablo significa que es más fuerte que él. No deberíamos tenerle miedo. Jesús utiliza su poder para liberarnos de Satanás, que significa “enemigo”. Su dominio ha llegado a término. Jesús lo ha vencido y muestra que la luz ha vencido a las tinieblas.

            “Estos son mi madre y mis hermanos: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” Santo Tomás de Aquino dice que aquí Jesús da más preferencia a la generación eterna que a la temporal. Nuestra Madre tiene una posición de preeminencia en las dos. Es su madre en la tierra por generación, y su madre en el cielo por su docilidad a su Hijo.

 

josephpich@gmail.com

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Los parientes de Jesús

            Fue difícil para los parientes de Jesús entender lo que le había ocurrido. Durante treinta años había sido el hijo del carpintero, buen trabajador, un poco introvertido, quizás tímido, que nunca se casó, y que le gustaba retirarse a rezar en lugares solitarios. De repente comenzó su vida pública, predicando el evangelio, haciendo milagros, rodeándose de doce hombres llamados apóstoles, y yendo de aquí para allá por pueblos y ciudades, con multitudes siguiéndole. ¿Por qué no había mostrado sus talentos anteriormente? ¿Por qué no los había utilizado antes con sus familiares y amigos? Pensaron que o, se había vuelto loco, perdida su cabeza, o, que un espíritu maligno lo poseía.

            Nos pasa a nosotros cuando nos tomamos en serio nuestra fe, cuando hemos sufrido una conversión, o cuando hemos descubierto lo que Dios quiere de nosotros. Nuestra vida toma un nuevo curso; es como una estrella que se ha encendido o vemos las cosas con ojos diferentes. La gente que nos rodea, que no ha visto nuestra nueva luz, se quedan atrás y no entienden nuestra reacción. Piensan que nos hemos convertido en unos fanáticos, exaltados o un poco raritos. Intentan ayudarnos, que volvamos a lo que éramos o bajarnos a la realidad cotidiana. Pero sabemos donde están, pues habíamos estado allí antes. Y sabemos que no pueden ver lo que vemos, que no están preparados para experimentar lo que nos sucede. No queremos cambiar y nos gustaría que vieran lo que vemos nosotros. Si intentamos empujarles hacia nuestra fe, conseguimos el resultado opuesto. Todo lo que podemos hacer es darles buen ejemplo, mostrarles la fuerza de nuestra fe, la promesa de nuestra esperanza y el calor de la caridad.

            Los parientes de Jesús pensaron que se había vuelto loco y tenían razón. Estaba loco por nosotros. Nos emociona ver lo que hizo Jesús, dando su vida por amor a nosotros. Muchos santos, siguiendo el ejemplo de Cristo, han sido tomados por locos, porque estaban locos de amor por él. El cura de Ars solía decir que, para ser santo, hay que estar loco. Para seguir a Jesús hay que perder un poco la cabeza. A san Francisco le llamaban el loco de Asís. El amor puede hacer cosas que parecen locuras. Es asombroso lo que han hecho los santos por Dios.

            La otra acusación contra Jesús fue que estaba poseído por el demonio. Jesús se defiende con una lógica muy simple: si uno expulsa al diablo significa que es más fuerte que él. No deberíamos tenerle miedo. Jesús utiliza su poder para liberarnos de Satanás, que significa “enemigo”. Su dominio ha llegado a término. Jesús lo ha vencido y muestra que la luz ha vencido a las tinieblas.

            “Estos son mi madre y mis hermanos: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.” Santo Tomás de Aquino dice que aquí Jesús da más preferencia a la generación eterna que a la temporal. Nuestra Madre tiene una posición de preeminencia en las dos. Es su madre en la tierra por generación, y su madre en el cielo por su docilidad a su Hijo.

 

josephpich@gmail.com