Episodio 152: ¿Es la libre elección un mito?
¡Ay, estudiante! El tema de hoy, tengo que reconocerlo es denso, no es un tema ligero, pero espero que te guste.
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Y ahora quiero que pienses en esta situación tan cotidiana:
Te vas a ir a la cama porque ya es tarde. Como al día siguiente no trabajas decides a qué hora poner la alarma. O no la pones y ya te despertarás a la hora que el cuerpo te lo pida, a la hora que sea. Mañana no trabajas, así que está bien.
¿Dejas la ventana abierta o la cierras? Ya hace algo de fresco, pero decides dejarla abierta.
Tienes frío a las 3 de la mañana, te despiertas, la cierras.
Has dormido tus ocho horitas y te levantas. Por la mañana no sabes si quedarte en casa leyendo mientras tomas un café o ir a desayunar a un sitio nuevo del que te han hablado…
Esto es una pequeña demostración de las decisiones voluntarias que tomamos cada día. Por cierto, en español, las decisiones se TOMAN, no se hacen. Hacer una decisión se entiende, pero suena raro.
Esas pequeñas decisiones del ejemplo, las voluntarias, no son más que el 1% de todas las decisiones que tomamos en un día.
Sorprendente, ¿verdad? Entonces, ¿cuántas son en total las decisiones diarias de una persona media? Pues entre las voluntarias y aquellas en las que no pensamos, las más inconscientes, como apartar un insecto que se pone en la nariz o presionar el botón de la cafetera para que haga nuestro café… Se ha calculado que alrededor de unas 35 000 cada día.
Yo hubiera pensado que eran muchísimas menos, pero no. De hecho, me resulta un poco inquietante no ser consciente de la cantidad de decisiones que tomamos al día.
Supongo que a todos nos gusta sentir que controlamos las situaciones (especialmente si eres un poquito “control-freak” como yo).
Estas 35000 decisiones, la gran mayoría de ellas inconscientes, son una demostración clara de que no lo hacemos, no estamos siempre en control de nuestras acciones.
Nuestro cerebro toma el 99,74% de las decisiones de manera automática, es decir, sin ser nosotros conscientes. Y de hecho esto es bueno en la mayoría de los casos, nos hace ser más eficientes con nuestro tiempo. Imagina tener que pensar y meditar cada una de las micro-decisiones del día a día.
En fin, en vista de que nos enfrentamos a miles de decisiones inconscientes semanales, es importante pensar en el proceso de la toma de decisiones. Especialmente de las más importantes. De hecho, este es nuestro tema esta semana, las decisiones, o más bien, la libertad de decisión, la libre elección.
Sobre la libertad de decisión la filosofía ha hablado mucho y de una manera menos compleja nosotros también lo hacemos en la vida diaria.
Imagínate que anoche no estabas en casa y un grupo de ladrones han entrado a robar. Los ladrones se han llevado algunas cosas de mucho valor material y, lo que es peor, mucho valor sentimental, por ejemplos unas joyas que han pertenecido durante muchas generaciones a tu familia. Piensas que si hubieras estado en casa no habrían entrado a robar, o que tendrías que haber aceptado esa oferta para instalar una alarma en tu casa que recibiste el mes pasado.
Aquí es cuando interviene un amigo que te intenta animar y te dice que “todo pasa por algún motivo”. Este tipo de frases se usan mucho, ¿no? Yo a veces las uso. Tu amigo te anima a pensar que, tal vez, esto te ha ocurrido porque era el momento de cerrar un ciclo en tu vida, de aclarar algunas cosas con tu familia o, simplemente, de olvidarte de las cosas materiales y centrarte en cosas realmente importantes.
Esto tiene un nombre. Tu amigo, está hablando de determinismo. Eso quiere decir que “solo una opción era posible en ese instante”, es una especie de destino porque no podía haber pasado otra cosa. Las cosas están escritas de antemano y nuestros actos no influyen de una manera significativa. Si esto es cierto, entonces, en ese caso, no somos libres de elegir y solo existiría un futuro posible, el que está escrito para nosotros.
Un tema fundamental en la toma de decisiones es la libertad, pero ¿qué es la libertad?
Estudiante, ¿ves que nos ponemos más y más intensos?
La primera definición del diccionario dice que la libertad es “la facultad natural que tiene una persona de hacer algo de una manera o de otra, y también de no hacerlo. Por esa razón somos responsable de nuestros actos”.
Esta explicación nos da una idea general, pero es un poco simple. Así que vamos a ampliarla, a expandirla.
¿Hay distintos tipos de libertad o son todos los tipos de libertad iguales?
Isaiah Berlin, filósofo, diferenció entre libertad positiva (o reflexiva) y la negativa.
La libertad positiva es la capacidad mental que permite que nos autogobernemos, que gobernemos o gestionemos nuestra vida sin que ninguna limitación cognitiva o pasional lo impida. O sea, que seamos dueños de nuestras decisiones, que decidamos conscientemente.
Por otra parte, la libertad negativa se refiere a la falta de obstáculos para realizar la decisión que deseamos o queremos tomar.
Vamos a ver unos ejemplos para entenderlo mejor:
Pensemos en una persona con una adicción al alcohol. Tiene una limitación por su propia adicción que impide que tenga libertad positiva, o reflexiva. No consume alcohol porque lo haya decidido, sino como parte de su adicción. Esta persona no tiene libertad positiva. Está persona está limitada.
Sin embargo, va a tener libertad negativa porque puede ir a una tienda y comprar alcohol o entrar a un bar y pedir una copa o un cocktail. No hay un obstáculo o impedimento para ello.
Ahora vamos a pensar en una persona con una adicción al juego, un ludópata. Esta adicción se llama ludopatía en español. Y obviamente es adicción al juego con dinero (como el póquer, la ruleta o el bingo). Al ser un adicto no juega porque lo haya decidido de una forma reflexiva o positiva, sino por su adicción también. O sea, no tiene libertad positiva o reflexiva. Pero esta persona decide ir a terapia para salir de este problema y superar su adicción. No sé si es exactamente igual en otros países, pero en España las personas pueden solicitar que les impidan, que les prohiban, la entrada a los bingos o los casinos. Vamos a imaginar que esta persona, que está en tratamiento, se ha apuntado a la lista para que no lo dejen entrar a los casinos, para que le denieguen el acceso. Ha renunciado a su libertad negativa porque ha puesto un obstáculo que en este caso es beneficioso para ella. O sea, un adicto al juego con la entrada prohibida a los casinos ni tiene libertad positiva, porque no elige libremente jugar o no, ni tiene libertad negativa porque tiene un obstáculo (la prohibición).
Por último, un familiar de esta persona que sufre ludopatía es consciente del daño que han hecho las adicciones en su familia. De forma consciente decide no jugar nunca. Además, para asegurarse de que jamás lo hará, también pide que le apunten a lista para no poder entrar a los bingos o casinos. Por tanto, esta persona tiene libertad positiva o reflexiva, es capaz de tomar su decisión libre e informada, pero ha renunciado a su libertad negativa respecto al juego.
Estudiante, yo he tenido que leerlo varias veces para entenderlo bien, así que no quiero que te frustres si no lo pillas, si no lo entiendes a la primera, ¿ok?
En cuanto al alcohol, una persona no alcohólica también puede de forma consciente y ejerciendo su libertad positiva o reflexiva decidir no beber, nunca. En este caso, también tiene libertad negativa, pues no hay ninguna barrera que le impida comprar alcohol o entrar a un bar y pedir una copa.
Para Berlin, el filósofo que planteó esta teoría sobre la libertad, solo en uno de estos supuestos hay libertad plena, es decir, positiva y negativa. ¿Cuál será?
Es el último caso. La persona es libre de manera positiva, porque ha decidido no beber, y negativa a la vez, porque podría hacerlo ya que no hay nada que se lo impida, no tiene ninguna limitación, y aun así no lo hace.
Otros autores han ampliado esto y hablan por ejemplo de la libertad social. Obviamente, vivimos en sociedad y la libertad no solo es individual, sino que la influencia de todas las personas que nos rodean tiene también un efecto.
Y hay otro punto que me parece fundamental para entender si somos o no somos realmente libres, y te voy a hacer otra pregunta:
¿Cuál es la normativa para circular en moto, en motocicleta, en tu país?
En muchos lugares es obligatorio llevar casco, para proteger la cabeza.
Podemos pensar que esto se trata de una actitud paternalista por parte del estado, del gobierno. Nos están diciendo lo que tenemos que hacer, ¿no?
Aunque es verdad que hay bastante consenso, estamos de acuerdo, en que este tipo de acciones están justificadas si la acción intenta evitar un mal significativo, si la persona no tiene capacidad para comprender la situación y en que, en caso de que la tuviera, estaría de acuerdo.
Este paternalismo puede ser muy polémico si lo aplicamos a determinados asuntos, pero lo cierto es que las normas de tráfico se podrían agrupar bajo esta definición de paternalismo y, seguramente, estamos bastante contentos de que existan y que circular por la ciudad no sea un caos completo.
Quitando casos como el del paternalismo, en general, se puede decir que para que haya libertad cuando tomamos decisiones hacen falta dos condiciones fundamentales.
Por un lado, posibilidades alternativas de decisión y por otro el control sobre nuestras decisiones o acciones.
Porque si solo hay una decisión posible, ¿somos libres?
Vamos a ver un ejemplo interesante que dio James Lamb:
Una persona necesita un trabajo en verano y envía el currículum para ser socorrista o vigilante, alguien que protege a las personas que se bañan en el mar o una piscina. Pero hay un problema: No sabe nadar. Miente en su currículum y como consecuencia, una persona se ahoga, muere en el agua.
En el momento del ahogamiento, el socorrista no puede elegir, o sea, no tiene la opción de nadar y salvar a la persona o no nadar y no salvarla. Simplemente, solo hay una posibilidad porque no puede nadar. Aun así, muchos estaríamos de acuerdo en que él tendría cierta responsabilidad en el hecho, en el suceso. Y recuerda que suceso no significa éxito en español.
O sea, no siempre es necesario que haya posibilidades alternativas para ser responsable moralmente.
Respecto al otro punto, el control de nuestras decisiones y acciones se ha hablado mucho.
Vamos a pensar en el juego de la ruleta rusa. Una pistola, cargada con una bala, pasa de mano en mano y es disparada. Puedes vivir o puedes morir, pero si vives ganarás mucho dinero.
En circunstancias normales, ¿una persona que no estuviera en una situación desesperada aceptaría eso? ¿Es realmente libre quien acepta algo así?
O acepta un juego de ese tipo porque ya es, de alguna manera, esclavo de algo… Llámalo adiciones, deudas, traumas…
Me recuerda un poco al Juego del Calamar, la serie coreana de Netflix. En ella un grupo de personas jugaban a juegos muy macabros donde siempre alguien moría, todo por la posibilidad de ganar mucho dinero. ¿Los participantes eran totalmente libres de decidir participar o no? ¿O es que estaban condicionados por sus propias vidas cargadas de deudas económicas y problemas y sentían que no tenían nada que perder?
Por eso, en la toma de decisiones hay una parte de consciencia y otra de inconsciencia:
La parte de la consciencia es clara, el ejemplo del principio del episodio de cerrar la ventana si hace frío… Si tengo frío, cierro la ventana.
Pero muchas veces, las elecciones en la vida son mucho más complejas y aunque la toma de decisiones se ha debatido desde hace siglos siguen existiendo temas difíciles de resolver, algunos de ellos nuevos.
Nuestra propia moral también nos condiciona. Pero no es lo único, nuestro contexto social, las experiencias de nuestra vida, nuestra familia… hay un montón de factores que también lo hacen.
Pero aunque estemos en parte condicionados sí que, por otra parte, somos libres para decidir y eso nos hace responsables de nuestras decisiones por eso hay algunas cosas relevantes:
Es interesante que ante elecciones importantes hagamos el ejercicio de razonar e identificar porque hemos tomado esa opción. Básicamente, que identifiques los pros y los contras. O sea, que las decisiones que tomes sean responsables e informadas.
Precisamente, la libertad de expresión y de información tienen mucho que ver con la libertad de decisión. Sin información y sin conocimiento no podemos ser realmente libres para decidir en muchos asuntos.
Como ves la pregunta que nos hacíamos al principio del episodio de si la libre elección es un mito es un tema de debate y perspectiva. La realidad es que algunos argumentan que la libre elección es una idea idealizada y que las personas están influenciadas por diversas fuerzas y limitaciones en sus decisiones como hemos visto, lo que podría hacer que sea un concepto más complejo de lo que parece. Otros pueden creer en la existencia de la libre elección es cierta, pero en ciertos contextos o situaciones específicas.
¿Tú qué opinas, estudiante? Puedes darnos tu opinión en la página web, desde donde lees la transcripción, o si usas Spotify en la caja de comentarios que hay en cada episodio. Los leo todos, por cierto.
Yo te espero en el próximo episodio, ¡qué vaya muy bien la semana!
Un abrazo grande. ¡Chao, chao!